,

Problemas, problemas

viernes, 29 de enero de 2010 Dejar un Comentario

ESCUCHAR ESTA ENTRADA...







Todos nos hemos sentido mal en algún momento de nuestra vida, y no me refiero a una dolencia física o algún problema de salud, sino a un dolor psicológico. Es posible que alguna vez se te hayan juntado tantos problemas que tu vida llegó a carecer de sentido, propósito o significado.
Problemas, problemas y más problemas, todavía no terminas de resolver uno cuando otro ya te está esperando. Problemas de salud, problemas de dinero, problemas familiares, problemas con tu pareja, con tus hijos, en tu trabajo. En fin, nada parece estar bien, todo cuanto empiezas fracasa inexorablemente, te sientes abrumado, solo, confundido, incomprendido. Te esfuerzas por mantener una buena actitud pero de nada sirve, todo son problemas, problemas, problemas.
Si no te identificas con lo anterior, te felicito, pues has sabido vivir sabiamente y le has arrancado al destino uno de sus más misteriosos secretos, el de la felicidad, esa rara flor que no es de esta tierra, según decía el viejo Pitágoras. Me alegro de verdad por quienes han encontrado la fuente de la eterna juventud y han bebido de sus aguas que calman la sed de inmortalidad, por quienes han visto el rostro de la Afrodita de oro de la que hablaban los griegos y han contemplado su inmarcesible belleza. Bienaventurados, claro que sí, los que han corrido el velo que cubre el rostro de Isis, la gran madre que guarda los misterios más insondables.
Seguramente serán pocos los que han llegado a conocer la plenitud absoluta, y seguramente, también, su trabajo les ha costado. El resto de la gente estamos obligados, como decía el mítico príncipe Siddhartha, a aprender a través del dolor. No hay un ser humano, hasta donde se sabe, que no haya tenido problemas.
Posiblemente la diferencia entre los que están más cerca de ser libres y los que no, es la actitud con la que encaramos el mundo, la vida y todos sus avatares. Hay veces que sólo basta con desdramatizar las cosas que nos pasan que para dejen de ser un problema y se desdibujen hasta casi desaparecer.
Te voy a poner un ejemplo… Pregunta a algunas personas si se acuerdan de su tatarabuelo, y observarás que casi nadie se acuerda del suyo, y probablemente tú tampoco. ¿Te das cuenta que tu tatarabuelo vivió hace menos de 150 años?, ¿Te das cuenta que tú eres su descendiente directo y que posiblemente ni siquiera sepas quien fue, dónde vivió o cómo vivió?. Con esto quiero decirte que no conoces, y posiblemente no te importen los problemas de este personaje que es en una medida gracias a él que tú estás ahora leyendo estas líneas.
Así mismo, podrás darte cuenta, que dentro de 150 años, lo más probable es que NADIE SE ACORDARÁ DE TI, NI DE TUS PROBLEMAS, ni siquiera tus propios tataranietos… ¿qué tal?
Cuando me siento abrumado por mis problemas me acuerdo de este ejemplo, y esta referencia me permite desdramatizar las cosas, verlas como en realidad son, darles el valor que de verdad tienen. Cuando miro a mi alrededor y veo tanta gente que sufre de verdad, muchas veces, callada y estoicamente, cambia dramáticamente mi visión de la vida. Y me doy cuenta que todos hemos sido dotados con el don de ayudar, de servir y ser útiles en nuestra propia medida. Todos podemos embellecer un poco el mundo, dignificarlo, darle algo de luz a la vida de los demás. Y me pregunto ¿Porqué engrosar las filas de los que viven en las sombras, cuando con un pequeño esfuerzo de nuestra voluntad podemos alzar la mirada y ver el sol?
Acaso haya quien pueda decir que en el discurso todo es maravilloso, todo es fácil, pero la realidad es dolorosa, cruda y hasta brutal, y en un sentido esto es cierto. Pero en nosotros está la simple elección de padecer los problemas o solucionarlos. Si vas a una fiesta y derramas la bebida sobre tu camisa, puedes ir a tu casa y cambiarla por una limpia; si se acaban los neumáticos de tu auto, los cambias por unos nuevos; si te equivocas al dar una instrucción con algún programa en tu computadora sólo oprimes Control+Z y das marcha atrás. Pero si echas a perder tu vida, no podrás ir a tu casa a cambiarla por una limpia, ni comprar una nueva, ni oprimir Control+Z. El vector de la vida sólo apunta hacia el futuro y lo hecho, hecho está. Desde mi punto de vista, lo único que posees, es ese punto infinitesimal en el tiempo que es el eterno presente. Y es tan fugaz que ahora ya es pasado, y si no lo aprovechas, si dejas que tus problemas eclipsen las posibilidades del “aquí” y el “ahora”, la vida se te escurrirá sin siquiera darte cuenta.

Compartir


1 comentarios »

  • Anónimo dijo:  

    Me parece muy interesante tu punto de vista, gracias por el post

  • Escribir comentario!

    Gracias por tu comentario