La ciudad de Dios - San Agustín

jueves, 10 de marzo de 2011 Dejar un Comentario

La ciudad de Dios es una obra en 22 libros de Agustín de Hipona que fue escrita durante su vejez y a lo largo de quince años, entre el 412 y el 426. Es una apología del cristianismo, en la que se confronta la Ciudad Celestial a la Ciudad Pagana. Las numerosas digresiones permiten al autor tratar temas de muy diversa índole, como la naturaleza de Dios, el martirio o el judaísmo, el origen y la sustancialidad del bien y del mal, el pecado y la culpa, la muerte, el derecho y la ley, la contingencia y la necesidad, el tiempo y el espacio, la Providencia, el destino y la historia, entre otros muchos temas.
El libro se estructura a partir de la contraposición entre la Ciudad de Dios (que representa el Cristianismo, y por tanto la verdad espiritual) y la ciudad pagana (que representa la decadencia y el pecado).
El autor estaba conmocionado por la caída de Roma a manos de Alarico I. El desconcierto que provocó la entrada de los bárbaros en la Ciudad donde residía el Papa, y que había sido referente del Cristianismo desde Constantino I y especialmente desde Teodosio I, le hizo cuestionarse acerca del hecho de la desaparición de una civilización entera. La respuesta a esta cuestión es que el edificio al cual conviene aliarse y en el cual conviene trabajar no es la Ciudad de los Hombres, sino la Ciudad de Dios. El objetivo de esta obra es, por tanto, examinar la oposición entre ambas ciudades, sus orígenes, su desarrollo y su final.
Desde el primer momento (libros 1 al 10), Agustín trata la religión de la Antigüedad como supersticiosa: por un lado, refuta que se adore a los dioses por el simple motivo de las ventajas que reporten (libros 1 a 5), y por otra parte, contradice a los que buscan por esa misma vía la felicidad eterna (libros 6 a 10). Los libros 11 a 22 se consagran al origen y la oposición entre ambas ciudades.
El libro muestra otro enfoque acerca de la creación y lo que nos espera en la vida después de la muerte. No descubre nada nuevo sobre la historia, sencillamente como el resultado, de una serie de principios universales. Lo que San Agustín nos ofrece es una síntesis de historia universal a la luz de los principios cristianos. Su teoría de la historia procede estrictamente de la que tiene sobre la naturaleza humana. Que a la vez deriva de su teología de la creación y de la gracia. No es una teoría racionalista, si se considera que se inicia y termina con dogmas revelados; pero sí es racional por la lógica estricta de su procedimiento e implica una teoría definitivamente filosófica y racional sobre la naturaleza de la sociedad y de la ley, y la relación entre la vida y la ética.

Enlace: La ciudad de Dios.

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