,

Permiso para ser humano

martes, 2 de marzo de 2010 Dejar un Comentario

ESCUCHAR ESTA ENTRADA...






¿Qué es un ser humano?... a primera vista suena un poco idiota esta pregunta, puesto que todo mundo sabemos tácitamente qué es. Y aunque tuviéramos qué definirlo, la mayor parte de las personas solemos no darle demasiada importancia a estas cuestiones, debido a que en nuestra vida hay siempre cosas más importantes o más urgentes que estar tratando de resolver preguntas bobas e inútiles. Esto es cosa de filósofos o de bohemios románticos que no tienen otra cosa que hacer más que matar el tiempo disertando estérilmente en algún café o en la banca de una plaza pública.
Sin embargo, y dejando de lado a quienes piensan así, es importante darnos cuenta que ésta, y otras preguntas viven agazapadas en lo profundo de nuestra conciencia. Pero ahogados como estamos con el anestesiante devenir del día a día, con el aplastante peso de lo cotidiano, desvalorizamos la importancia que tienen estos cuestionamientos. El hombre de nuestro tiempo ha subido al pedestal de lo importante cosas muchas veces ridículamente intrascendentes. Hay quienes se pasan la vida tratando de agradar a los otros, o de ser aprobados por cualquier mequetrefe, hay otros que viven buscando venganza por algo que les hicieron o que creen que les hicieron, otros más viven siempre con miedo de perder sus pequeños y egoístas privilegios, o algunos otros que viven siempre con prisa, con estrés, con la angustia de llegar rápido a todos lados para luego no saber qué hacer ahí a donde tanto les urgía llegar. En fin, cada cual podemos revisar nuestra propia bitácora existencial.
Más ciertamente, sigue subsistiendo el hecho de que no podemos ignorar esas preguntas fundamentales que resuenan en lo más profundo de nuestro fuero interno. Una de ellas, quizás la más misteriosa de todas, la más atávica, la que mayormente reclama el lugar que le corresponde en el continente de nuestra conciencia es ¿Quién soy YO?. Y le hagamos caso o no, ella sigue resonando con voz silenciosa de forma incansable, aunque inútilmente tratemos de anestesiar nuestra conciencia con ese aparatoso desfile de cosas superfluas.
¿Qué es un ser humano?... Seguramente hay tantas respuestas a esta pregunta como seres humanos existen.
¿Alguna vez has cometido algún error?...
¿Alguna vez has hecho algo vergonzoso?...
¿Alguna vez has lastimado a alguien a quien quieres mucho?...
¿Alguna vez has mentido para encubrir alguna falta?...
¿Alguna vez te has traicionado a ti mismo?...
¿Alguna vez has tomado algo que no te pertenece?...
¿Alguna vez has dicho que sí cuando querías decir que no?...
¿Alguna vez te has quedado paralizado por el miedo?...
¿Alguna vez has sentido dolor por la pérdida de un ser amado?...
¿Alguna vez has cargado el pesado fardo de la culpa, del remordimiento?...
¿Alguna vez has odiado a Dios por ser injusto o vengativo?...
¿Alguna vez has sentido ese miedo sobrecogedor al pensar en tu propia muerte?...
¿Alguna vez has tenido dudas?...
¿Sabes porqué?... Porque eres un ser humano, date permiso de serlo. Perdónate por no ser el más perfecto, ni el más bello, ni el más listo, ni el más querido. En mi pobre opinión no es bueno justificar nuestros errores pasados pero tampoco hay que hacer que el resto de nuestra vida dependa de ellos. Creo que es fundamental aceptar nuestra condición de seres humanos con todo lo que ello significa.
Pero ¿qué es todo lo que ello significa?. Es saberse imperfecto, y reconocer que con todo y la mejor voluntad que imprimamos a nuestras acciones, habremos de cometer muchos errores, porque ese es el precio inexorable que tenemos que pagar para arrancarle a la vida algunos de sus secretos. Sin embargo, eso no es lo mejor, ya que ser humano también significa reconocer nuestras propias virtudes, nuestro propio poder, y hacernos responsables también de ello, si, así es. Porque no es suficiente admitir nuestros errores, defectos y limitaciones, también debemos ser conscientes que cada quien cuenta con los recursos suficientes para eclipsar y vencer su propio lado oscuro, y esto es muy importante entenderlo. Así, ser humano significa tener errores pero también virtudes, porque somos un punto en el tiempo, un momento en la evolución. No siempre hemos sido humanos y no siempre lo seremos. Esta es sólo una etapa en el largo camino de nuestra conciencia, ahora estamos crucificados entre la horizontalidad del mundo que nos rodea y la verticalidad de nuestra propia conciencia. Dentro de cada uno de nosotros duerme un gigante, poderoso y sublime. Y enfatizo que esto no es sólo una fórmula de motivación barata, es absolutamente cierto, basta con que abandonemos por un momento la imagen limitada y a veces hasta patética que nos hemos formado de nosotros mismos, y proyectemos en base a nuestras propias virtudes un “nosotros mismos” posible y verosímil, y es fácil darse cuenta que es cierto, ese gigante está ahí. Y no sólo eso, sino que quiere salir, quiere ver la luz del mundo, busca incansablemente el lugar que le corresponde. Ayúdale a tu gigante a salir, reconoce tus errores, si, pero no te esclavices a ellos. Usa tus virtudes, ilumina el mundo… date permiso de ser humano.

Compartir


0 comentarios »

Escribir comentario!

Gracias por tu comentario