,

¿A quién le sirve la Etica?

viernes, 19 de febrero de 2010 Dejar un Comentario

ESCUCHAR ESTA ENTRADA...






Todas las personas ponderamos y exaltamos los valores y la actitud ética. Sin embargo, en nuestras escuelas y universidades se nos imparte a regañadientes esta materia, y casi todos los que la hemos llevado solemos pensar en ella como una materia de “relleno”, algo así como un requisito incómodo para cubrir nuestro programa de estudios. Y hay quienes sostienen incluso, que este tipo de asignaturas son el legado romántico, anticuado e inútil de un pasado ya trascendido.
Pero al margen de esta absurda dicotomía en donde por un lado se reconoce a la ética como necesaria, pero por otro se trata de extirpar su enseñanza de nuestras instituciones educativas, como si de un tumor se tratase, subsiste una pregunta que no podemos dejar de plantear:
¿A quién le sirve la ética?

Y antes de que nos rasguemos las vestiduras escandalizados por lo irreverente de esta pregunta, observemos objetivamente una cosa. ¿Acaso no les va mejor a quienes son malvados o se conducen sin escrúpulos?, o ¿No es cierto que resulta siempre más divertido portarse mal?, mientras que las personas que se esfuerzan por ser rectas, serviciales, congruentes siempre les toca la peor parte. Les llaman idealistas, estúpidos, inadaptados, ingenuos…
¿O acaso tú que me lees, nunca has sido víctima de una injusticia o de un atropello?... y por más que te esforzaste para solucionar el problema por el camino de la legalidad, de todas formas quien te infringió el agravio, sea personal, o cobardemente atrincherado tras la inexpugnable barrera de un puesto de poder se salió con la suya, quedándote tú con un palmo de narices y con esa desagradable sensación de ser víctima de una injusticia.
Sé que el ejemplo es un tanto ambiguo, pero creo que es lo suficientemente general como para que todos nos sintamos familiarizados con él por una u otra razón. Y con ello podamos darnos cuenta de lo que nos decía el viejo Platón en su diálogo de La República, que las personas por lo general no buscamos ser éticas, queremos solamente aparentar que lo somos, porque asumimos que hay más beneficios en ello que en ser éticos verdaderamente.
Así entonces, si alguien nos preguntase ¿En verdad sirve la ética?, la respuesta automática de casi todos sería un contundente “SI”. Pero si a continuación nuestro hipotético interlocutor nos increpara diciéndonos: “A ver, demuéstramelo”… tú ¿Qué le dirías?
Oh sí, sí, ya sé que posiblemente le responderías que tú no tienes la obligación de demostrarle nada a nadie ¿no es así?. Pues ahora imagina que ese hipotético interlocutor no está frente a ti sino dentro tuyo, es tu propia conciencia…
Ja ja ja, ahora sí que tienes la obligación de responderle.
¿Qué le dirías querido lector?, ¿Qué le contestarías a tu propia conciencia?, ¿Cómo te convencerías a ti mismo de que la ética es mejor que su contrario, tenga el nombre que tenga?... ¡Vaya predicamento!, pues si no logramos convencernos a nosotros mismos de ello, no tiene caso que sigamos fingiendo demencia, buscando resolver los atropellos de que somos objeto siguiendo las vías de la legalidad y la ética. Por lo contrario, hay que adherirse a la ley de la selva en donde si no comes te comen, en donde sobrevive el más fuerte, en donde gana el más astuto, siguiendo las ideas del buen Maquiavelo.
He aquí algunas palabras que confío te pondrán a pensar:
¿Qué es lo que todos los seres humanos buscamos?, piensa por un momento… ¿Qué es lo que todos los seres humanos buscamos?, ¿Qué es lo que tú anhelas conseguir con todo lo que has hecho a lo largo de toda tu vida?, ¿Qué es aquello a lo que nunca renunciarías, aunque te encuentres en el peor estado de abatimiento y de desánimo?, piensa, piensa. ¿Qué es lo que todos los seres humanos buscamos?.
Aristóteles dice que lo que todos buscamos es el bien, y que el máximo de todos los bienes es la felicidad… ¡Eureka!, lo que todos los seres humanos buscamos es la felicidad ¿No es cierto?.
La felicidad no es un bien accesorio o secundario en nuestra vida, es el propósito de ella, es la razón por la que hacemos todo lo que hacemos, es la razón por la que estudiamos, viajamos, nos casamos, formamos una familia, tenemos hijos. Y en algunos casos patológicos, es la razón por la que engañamos, nos corrompemos, buscamos el poder, matamos, secuestramos, lastimamos. La felicidad es como el santo grial en la corte del rey Arturo, nadie la valora cuando está, pero se le echa de menos cuando se ha ido; es como el tiempo, todo el mundo habla de él pero nadie puede atraparle.
La mayor felicidad es el deber cumplido, reconocer en qué consiste el deber de cada cual, aquel que los hados del destino nos han asignado a manera de vocación y cumplirlo cabalmente. Y la mayor infelicidad, la peor angustia, el dolor más lacerante, es darse cuenta que debemos estar haciendo otra cosa y no la estamos haciendo, amar a nuestra pareja, a nuestro hijos y no estarlo haciendo, saber que nuestra vocación es otra y estar esclavizados a un trabajo que nos mata el alma segundo a segundo, en una lenta y dolorosa agonía.
La mayor felicidad según se dice no está en hacer todo lo que se quiere, sino en querer todo lo que se hace, la felicidad más sublime no consiste, según entiendo, en estar siempre riendo en una absurda fiesta que nunca acaba, sino en tener nuestra alma en paz, esa paz que sólo se encuentra tras el deber cumplido. Y cuando alguien cumple con su deber se dice de ese alguien que es una persona ETICA.
Así pues, querido lector, aquí tienes tu respuesta ¿A quién le sirve la ética?... a todos, porque la ética es el camino que nos lleva a lo que todos los seres humanos buscamos, LA FELICIDAD.
Cuando ese hipotético interlocutor te vuelva a preguntar, ya sabes que contestarle.


Compartir


0 comentarios »

Escribir comentario!

Gracias por tu comentario