,

Elige no sufrir

sábado, 29 de mayo de 2010 Dejar un Comentario

ESCUCHAR ESTA ENTRADA...






Aunque suene algo pesimista yo creo que la vida es un camino lleno de dolor, aunque por supuesto no todo es sufrimiento. Lo que quiero decir con esto, es que el dolor es algo inexorable en nuestra existencia y desde cierto punto de vista es un gran maestro que nos enseña cosas de gran valor.
El viejo príncipe Siddhartha nos ha enseñado que el dolor es vehículo de conciencia, es decir, que en todo lo que nos duele tenemos una invaluable oportunidad de aprender una valiosa lección. Podemos encarar las cosas que nos duelen de dos formas, una soportando estólidamente el dolor con la inútil esperanza que aquello que nos lo causa, desaparezca por sí solo.
O bien podemos afrontar el problema y resolverlo, para que la siguiente vez que se nos presente una experiencia parecida, ya no nos cause dolor. Creo que es más que evidente que quienes siguen el segundo criterio, se van liberando poco a poco hasta que un día sin siquiera pensarlo, caerán en la cuenta que han conseguido el más valioso de los bienes una paz interior que nada puede turbar ni destruir.
Sin embargo debo aclarar que no es lo mismo el dolor que el sufrimiento, el primero, como dijimos antes es inexorable, nadie está exento de cosas como la enfermedad, la vejez, la muerte, la pérdida de cosas que nos son importantes, etc. Pero el sufrimiento es algo que nosotros podemos tomar o dejar, dependiendo de nuestro valor, nuestra conciencia y nuestra fuerza de voluntad.
Los Estóicos sostenían que HAY COSAS QUE DEPENDEN DE NOSOTROS Y COSAS QUE NO. El dolor no depende de nosotros, pero el sufrimiento sí. Algunas personas han aprendido a vivir como víctimas y ellos vegetan en un infierno de horribles sufrimientos, todo lo que les pasa tiene un significado trágico y funesto. Sufren porque no los quieren, pero también porque los quieren, ya que piensan que no se lo merecen, sufren por el clima, por la economía, por su fealdad, por su estupidez, por su edad, por su sexo, por la vida desafortunada que les ha tocado, porque nadie los respeta, porque nada les sale bien, por la familia que les ha tocado, por la pareja que les ha tocado, por los hijos que les han tocado, por los vecinos que les han tocado.
Estas personas no solo sufren, sino que exhiben sus miserias como si de un premio se tratara, buscando quizás, que los otros se den cuenta de cuánto sufren y les resuelvan la vida mientras ellos sólo se quejan y se quejan, pero no hacen nada para evitarlo.
Pero también están los mártires, aquellos que sufren pero en silencio, viéndose a sí mismos como víctimas inocentes de una existencia injustamente cruel y desafortunada, y esperando que el resistir y resistir, termine por purificarlos y hacerlos buenos y así “ganarse el cielo”.
Ciertamente yo no tengo forma de demostrar que el cielo y el infierno existen o no existen, cuando menos tal como se han enseñado en la tradición judeocristiana, es decir, lugares de goce o castigo eterno, respectivamente. Pero estoy convencido que hay personas que por su ignorancia o su estupidez crean su propio infierno aquí en esta vida. En tanto que otras gracias a su esfuerzo y valor construyen un cielo en la tierra y en él viven de manera gozosa y feliz.
Estoy consciente que esto puede incomodar a algunos, pero si lo vemos objetiva y desapasionadamente, no nos costará trabajo darnos cuenta que la vida no es algo que ya esté escrito, sino que la vamos edificando cada quien con cada decisión grande o pequeña. Nuestra vida es la suma de todas las cosas que hemos hecho, y también de las que hemos dejado de hacer, por valor o cobardía. Nuestra vida es el resultado de todas las decisiones que hemos tomado.
Y como siempre pasa, de cara a este panorama podemos tomar dos posturas, lamentarnos por todo lo malo que es nuestra existencia, o bien, reconocer que la vida de cualquier persona es una misteriosa mezcla de aciertos y errores. Si fuéramos capaces de reconocer con naturalidad y dignidad nuestros aciertos y perdonarnos por nuestros errores y simplemente aprender de ellos, nos daríamos cuenta que soltamos una pesada carga que nadie nos ha obligado a llevar.
Finalmente, habremos de reconocer que si nuestro presente es el resultado de todas y cada una de las decisiones que hemos tomado, nuestro futuro será el inexorable resultado de las decisiones que habremos de tomar a partir de este justo momento.
Pregúntate, cuántas oportunidades de ser feliz o de estar en paz simplemente has desperdiciado, por estar atendiendo tus propias miserias, por estar sintiendo lástima por ti mismo, por estar enojado porque algo no salió como tú querías. En suma, cuántas veces has elegido sufrir.
Si el sufrimiento es una elección que está dentro del ámbito de tu voluntad no elijas estar enojado, o angustiado, o triste o apático o con miedo.
Siempre, siempre, siempre elige no sufrir.

Compartir

0 comentarios »

Escribir comentario!

Gracias por tu comentario